Con Lucía Imbachi siempre tuve la oportunidad de ver a una persona que, aunque al principio se muestra muy tímida, en realidad siempretiene una sonrisa para los demás. La primera vez que compartí con ella fue enla clase de Técnica Básica de Jazz, en donde, a pesar de la falta de presencia por parte de la maestra y la falta de disciplina de algunos compañeros, ella siempre estaba dispuesta a ayudarte, a enseñarte, a aprender y, sobre todo, acompartir lo que iba descubriendo con los demás.
Desde el principio vi que era muy entregada a su danza yadmiraba mucho todo lo que era capaz de hacer, más aun sabiendo que estabacursando dos carreras, y que tenia actividades por fuera de la universidad, querequerían de entrega y organización.
Lucía Imbachi, en el Laboratorio de Composición Coreográfica con Humberto Canessa, fue una mujer entregada y siempre dispuesta a colaborarcon los demás y a estar muy atenta a lo que el maestro quería transmitir. Consu habilidad en la danza, tuvo un gran desarrollo en sus coreografías; siempreestuvo concentrada en clase, era participativa y, sobre todo, aplicaba lo aprendido. Recuerdo cómo mantenía una muy buena relación con quienes hacíanparte del grupo, no solo por su disposición constante, sino también porquesiempre traía una gran tranquilidad al espacio. Tuve la oportunidad de verlapor primera vez bailar, expresarse y, sobre todo, crear. Sé que es una mujercon habilidades muy amplias en el campo de la danza y, sobre todo, muyversátil, capaz de adaptarse no solo a sus propias creaciones, sino también alas propuestas de los demás.
También tuve la oportunidad de encontrarme con Lucía fuera de las clases, verla a través de las ventanas o durante sus muestras. Esto mepermitió darme cuenta de que, sin importar cuál fuera la línea de estudio (actuación,somática o danza), ella siempre mantenía una gran disciplina y una clara intención de dar lo mejor de sí misma. Su compromiso no se limitaba a lo que sucedía dentro del aula, sino que atravesaba toda su formación y mostraba una coherencia admirable entre su actitud y su proceso artístico.
Después de eso, tuve la oportunidad de trabajar con ella enel ensamble de teatro Siento que eres un poquito sentimental, dirigido por el maestro Manolo Orjuela. Allí, en otra faceta (la actuación), me di cuenta de que Luchila, además de todo, tiene una gran capacidad para retarse así misma, exigirse y superar cualquier obstáculo que se le presente.
Muchas veces la vi frustrada, estresada y sin saber qué hacer. Pero también pude ver cómo se acercaba a otras personas, escuchaba a los demás y se dejaba acompañar. Tuvimos una comunicación de pares en la que, así como ella me enseñó sobre jazz, yo pude compartir un poco de lo que sabía sobre actuación, logrando tener un proceso de crecimiento mutuo. Admiro que a pesar de que siempre la he considerado una mujer muy talentosa, tuviera la tranquilidad y la fuerza para apoyarse en sus compañeros y aprender de ellos. Al final, presentó una escena que fue muy retadora para ella, que la sacó completamente de su zona de confort, pero que resultó en algo muy valioso y conun gran resultado.
Lucía siempre ha sido una mujer que abraza las diferenciasde los demás. Siempre está dispuesta a colaborar, tanto con sus compañeros comocon los maestros. Su disciplina le ha dado un reconocimiento dentro de lacarrera, no solo de mi parte, sino también de muchos compañeros que, como yo,reconocemos en ella a una artista con mucho talento y fuerza.
Agradezco haber podido compartir con ella y espero que levaya muy bien en su vida profesional. Sé que es una persona con la que da gustotrabajar por su entrega y compromiso genuino. Y además de esto, su energía que impulsa al grupo siempre va a ser bienvenida con gusto y profesionalismo.