Cuando me preguntan como se siente estar en escena, pienso en una mariposa: frágil, hermosa, efímera y vibrante. Esa imagen resume cómo vivo el arte. Me inspira Dios, fuente de toda creación, quien nos invita a ser reflejo de su belleza. Soy artista escénica y psicóloga, y me apasiona lo poético y profundo del comportamiento humano. En el arte encuentro una vía para hacer preguntas, sanar, conectar y descubrir. A través de la creación de historias, coreografías y talleres terapéuticos, busco narrar lo invisible, abrir espacios de autoconocimiento y dar sentido a lo cotidiano.
Las artes escénicas me permiten explorar la poesía del cuerpo, la voz y el gesto, y encontrar en ellos una forma de testimoniar lo profundo de la existencia. Me asombra la versatilidad del artista para dar testimonio de la vida a través de la danza, la actuación y la voz. Por eso, la interdisciplinariedad ha sido clave en mi formación y práctica artística, llevándome a experimentar con distintos lenguajes escénicos y a curiosear las múltiples formas de habitar el espacio escénico. Me conmuevo al bailar, al entrar en el universo de un personaje, y al componer historias a través del movimiento.
La danza me conecta con la memoria del cuerpo y su capacidad de contar historias: el ballet me habla de precisión y ligereza; la danza contemporánea, del riesgo y el misterio; los ritmos latinos y tradicionales, de mis raíces y del gozo colectivo; el flamenco, de la fuerza y la elegancia; el jazz, de la fusión entre pasos dinámicos y fluidos. En cada estilo encuentro un personaje nuevo y una historia que merece ser contada.
La actuación llegó a mi vida como una sorpresa que deseo seguir explorando. Me cautiva la complejidad de los personajes y la posibilidad de mirar al ser humano desde su historia, su deseo y su anhelo. Incluso en el trabajo con texto, donde todo parece estar escrito, cada intérprete lo revive desde su singularidad. Así también, la dramaturgia y la composición coreográfica me permiten experimentar con formas narrativas que integran el movimiento, la palabra y la emoción.
Mis intereses creativos giran en torno a la teología, la sexualidad, los vínculos y la belleza de lo cotidiano. Explorar mi voz, como extensión del cuerpo y reflejo del alma, ha sido un eje esencial en mi búsqueda: me ayuda a expresar lo que antes callaba, a ocupar mi lugar en el mundo y a resonar con los demás.
Deseo seguir aprendiendo de lo vivido, manteniéndome abierta a mirar el arte desde nuevos lugares. No siempre sé lo que voy a encontrar, pero creo que el riesgo de lanzarse a lo desconocido es el camino para expandir el conocimiento y mantener viva la curiosidad, ese fuego esencial de toda creación. Como la mariposa que, atrevida y colorida, recorre fugazmente la escena de su vida.